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LA ANGUSTIA DE LOS DEUDORES.

LIBARDO GOMEZ SANCHEZ
Ingeniero Agrícola
Dirigente Dignidad Agropecuaria Huila

En los medios de información económica de cualquier lugar del mundo, hoy día se discute el
progresivo aumento de las tasas de interés como única estrategia de los bancos emisores para frenar la
inflación. Existen detractores y partidarios de la medida, pero independientemente de la simpatía o
desagrado de la política, ésta tiene sus inevitables consecuencias.


Luis Pachóni es un agricultor de papa y cultivos de zona fría, en mayo de 2021, le desembolsaron uncrédito Finagro en el Banco Agrario oficina de un municipio de Boyacá por $60.000.000, al mismo tiempo le entregaron un plan de amortización que incluía un periodo de gracia de un año con pago
exclusivamente de intereses y un primer pago en el tercer semestre por $12.951.000 que involucraba el
primer aporte al capital de la deuda, sin embargo; al acercarse a la oficina del Banco para hacer el pago en el tiempo pactado se encontró con la desagradable sorpresa que la cuota valía $14.588.000, es decir que aumentó la no despreciable suma de $1.637.000 pesos. Su molestia no se hizo esperar y reclamó una explicación por el mayor valor cobrado.

El funcionario del Banco se limitó a recordarle que cuando firmó el pagaré éste indicaba que la tasa de interés del crédito era IBRSV + 6.7% y que cuando recibió el dinero el IBRii estaba en 1.958% y ahora está en 11.645% (IBR es Índice Bancario de Referencia), en plata blanca que el costo del dinero en mayo del 2021 era de 8.7% anual y ahora está en 18.3%, con riesgo de continuar subiendo. El endeudamiento no es viable cuando está amarrado a tasas variables en épocas de alta inflación.

Estas son las sorpresas de la letra menuda de operaciones de crédito para un sector que debería contar con tasas fijas y subsidiadas dada la vulnerabilidad de la actividad agropecuaria pero que es otra víctima más de la voracidad del sector financiero, incluso proviniendo de un Banco, como el Agrario estatal, que se espera de un trato especial al agro. Contrasta la seguridad del negocio de la banca que
recibe sus intereses sin mayor riesgo mientras el productor del campo al que le han crecido los costos
de insumos, transporte, mano de obra, crédito y otros no tiene certeza de un incremento proporcional en el precio de sus productos sometidos al antojo de los especuladores, de la abundancia del producto por las importaciones, del clima y otras contingencias.

A la luz de esta situación, se pregunta uno, que harán los miles de productores colombianos que tiene este tipo de créditos y quienes recibirán tierra de este gobierno como ha prometido, cuando tengan que
pagar las desorbitantes cuotas del crédito que les concederá el banco para poner a producir la tierra y se acerquen al mercado a vender sus productos y les ofrezcan precios de miseria. Podrán siquiera conservar la tierra o terminará ésta en embargos y en poder de los bancos. Amanecerá y veremos.


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