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El Agro y el Plan Nacional de Desarrollo, PND

Oscar Gutiérrez Reyes, Director Ejecutivo Nacional Dignidad Agropecuaria Colombiana, Manizales, abril 19 de 2019

Presentó, el Gobierno Nacional, el Plan Nacional de Desarrollo, PND. Una mirada a los asuntos del agro nos lleva a concluir que no existe, en el PND, equidad -justicia- para el Agro Nacional. Al igual, que no hay equidad, ecuanimidad, con el resto de los sectores clave para el desarrollo nacional. No hay equidad, entereza, para la industria, no hay equidad, equilibrio, para el trabajo y los trabajadores, no hay equidad, integridad, para el progreso de la nación, no hay equidad, honradez, con la soberanía nacional.

¿Qué hay entonces en el Plan Nacional de Desarrollo, PND? En cuanto al agro nacional lo que hay es más de lo mismo que hicieron los gobiernos anteriores. Desde tratados de libre comercio hasta “agricultura por contrato”, y desde “la búsqueda de nichos de mercado para productos tropicales” hasta “créditos y emprendimientos asociativos”.

En las bases del plan nacional de desarrollo, PND, se extienden sobre las causas, para ellos, de la crisis del agro nacional. Se analiza o transcribe, parte de la argumentación presentada en estudios desarrollados -por varias comisiones de expertos- sobre el sector agropecuario del país. Mucho diagnóstico y pocas soluciones que se acerquen, aunque sea, a resolver los más evidentes y urgentes problemas del sector. Y, curiosamente, las bases del Plan Nacional de Desarrollo hacen parte del -PND- lo que conlleva que no se presenten sino unos pocos artículos sobre el agro nacional.

Nada dice sobre las implicaciones de los tratados de libre comercio, TLC, en la marcha de la producción nacional. Cero análisis sobre los graves daños causados a la actividad agrícola y pecuaria del país. Ninguna referencia distinta que maltratar -al empresariado colombiano- por no “acogerse” al libre comercio y por no hacer esfuerzos para “vincularse” al mercado mundial. Ningún reconocimiento a que la vinculación -de muchos empresarios- a los TLC, los ha llevado, conducido, a un rotundo fracaso. Silencio total frente al hecho, evidente, de que pasamos de importar 400 mil toneladas de alimentos en 1990 a casi 14 millones en 2018. Y la única referencia al tema es que debe adelantarse una “diplomacia sanitaria” para colocar una serie de productos “tropicales” en el mercado internacional y, para ello, los productores agropecuarios deben recibir educación para “el emprendimiento” y “ayuda de la diplomacia comercial”.

En trino de estos días, el presidente Duque pide a Trump que permita el ingreso -al mercado norteamericano- de sandías, papayas, pimentones y mangos. Mientras tanto, Estados Unidos nos inunda de maíz, trigo, arroz, soya, torta de soya, leche y sus derivados, carne de cerdo y otros alimentos claves en la dieta básica de los colombianos. Ha solicitado -Dignidad Agropecuaria- se revisen los tratados de libre comercio -TLC- y se apliquen profundas correcciones a la inequidad que han generado frente al agro nacional.

Un segundo asunto que interesa aclarar es la propuesta del PND, frente al grave problema que -para los productores agropecuarios- significa la comercialización de su producción, de la que aún queda. La propuesta gubernamental es la “agricultura por contrato” implementada hace más de quince años en algunas zonas y para algunos productos con resultados desastrosos para campesinos y otros productores agrícolas. El tabaco en Santander es un buen ejemplo. Se garantiza la compra al productor, pero con precios de adquisición cercanos a costos de producción y con tasas de ganancia, muchas veces, negativas. Lo que se garantiza es comprar, pero no con precios remunerativos y estables para el productor. Estos son, de alguna manera, siervos modernos.

Algo parecido se presenta en el café. La multinacional Nestlé y otras, con sus programas de cafés especiales ponen a los cafeteros a trabajar para producir calidades diferenciadas que se ven, escasamente remuneradas. La prima por calidad -que paga Nespresso- se calcula sobre los precios del café en el mercado nacional que, a su vez, los definen las mismas multinacionales y los especuladores, en la Bolsa de Nueva York. Al final entregan una pequeña bonificación al cafetero que, muchas veces, no le reconoce el esfuerzo realizado.

Y esto es lo que se hará -con campesinos y pequeños empresarios del agro- a quienes las grandes superficies, Éxito y otras más, les comprarán sus cosechas, siempre y cuando estos agricultores les suministren primeras calidades, les fíen a 60 días, les reciban lo que se dañe en góndola -como sucede con los perecederos- y les vendan, además, a precios que se definan en el momento de cosechar el producto. Esta es la propuesta del PND de Duque. Más de lo mismo de Santos y Uribe.

El tercer asunto a reseñar es el de los emprendimientos atados a créditos asociativos, mejoramiento de infraestructura, construcción de bienes públicos, adecuación de tierras, distritos de riego y otras tareas para la promoción de la agricultura ligada a la inversión nacional o extranjera con “esquemas de agricultura por contrato, como los negocios inclusivos y las alianzas productivas, que facilitan la inserción productiva y comercial de la agricultura campesina, familiar y comunitaria (ACFC) en cadenas de valor agroalimentarias y agroindustriales”. Esta es otra manera de decir que se van a entregar tierras a monopolios nacionales o multinacionales para que hagan desarrollos agrícolas para exportación. En esos emprendimientos -legalizados en la Ley de Zonas Zidres- enganchan a la agricultura familiar, campesina y comunitaria y disponen, así, de mano de obra barata, ligada al esquema que el monopolio gestor acuerde.

Otro aspecto que cabe destacar es la afirmación que se hace en las bases del -PND- de que “ruralidad no es solo agro exclusivamente” y que “las actividades NO agropecuarias, en sectores rurales, generan más ingresos que las agropecuarias”. Y, después de algunas consideraciones sobre la importancia del turismo rural y las actividades para la sostenibilidad ambiental, concluyen que: “El MADR, en coordinación con MinCIT, fortalecerá los encadenamientos productivos no agropecuarios desarrollados en los territorios rurales acorde a las categorías de ruralidad, en particular aquellos que fomenten el desarrollo de la economía naranja”. Como quien dice, el énfasis en el agro no serán los desarrollos productivos agropecuarios; lo que está -muy de acuerdo- con la línea oficial: importar la dieta básica de los colombianos.

Y, para concluir, las metas del plan de desarrollo enseñan lo que se pretende alcanzar: Aumentar la producción agrícola -en cadenas priorizadas- en 2,2 millones de toneladas en el cuatrienio, obtener 48 admisibilidades sanitarias, aumentar las exportaciones agropecuarias tradicionales en US$ 1.150 millones de dólares en los cuatro años y, en el mismo tiempo, las no tradicionales en US$ 530 millones. Formalizar 23 mil títulos de propiedad privada sobre la tierra y un poco más de seis mil sobre títulos que otorgan acceso a tierras públicas. Atender medio millón de productores con servicio de extensión y construir distritos de adecuación de tierras para 50.000 hectáreas y rehabilitarlos para 94.000 más. Atender poco menos de 6000 productores con sistemas de riego, drenaje o control de inundaciones. Asegurar 193 mil hectáreas con seguro agropecuario y, sobre todo, garantizar que: “Buena parte del crédito agropecuario vaya para actividades no agropecuarias: por ejemplo, operaciones crediticias aumentarán 375% en este renglón, según las metas del plan.”

Y en cuanto a la equidad de género, de la que tanto alardea el gobierno, las metas dicen también las verdades: Mujeres beneficiadas con acceso a procesos de formalización de tierras 4.000, beneficiarias de extensión rural el 30% y, con crédito para actividades agropecuarias, pasaría del 29% cubiertas hoy al 34% en los cuatro años. Peor, imposible.

Dignidad Agropecuaria presentó a las comisiones V de Senado y Cámara de Representantes, una propuesta para incluir 12 artículos que atiendan los reclamos y las necesidades urgentes para el agro nacional. Esperamos a ver qué trámite surta pero, pase lo que pase, continuaremos haciendo los esfuerzos necesarios para defender la producción agropecuaria nacional.

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