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Lo que no debe ser en los proyectos de reforma a la institucionalidad cafetera.

Luis Gonzaga Cadavid.
Miembro Comité Ejecutivo Dignidad Agropecuaria Colombiana.
verdeshorizontes@yahoo.com / 21 de Agosto de 2015

El café ha sido durante muchos años, uno de los motores que han impulsado la economía colombiana, gracias a su aporte se consolido la cultura cafetera que va más allá de lo productivo, hablar de café no es solo referirse al cultivo, es hacer referencia a tradiciones de familia, a valores y principios de respeto y solidaridad; el café y su herencia forman parte de la cultura del  pueblo colombiano.

Uno de los aciertos  del gremio cafetero es haber mantenido desde el Fondo Nacional del Café y con la participación del Estado LA GARANTIA DE COMPRA, como elemento regulador del mercado. Este bien público ha sido catalogado por los productores colombianos como lo más importante que ofrece a sus agremiados la institucionalidad cafetera, en tanto dicha garantía  se presta de una manera universal, es decir a todos los cafeteros y cumple una función social como es ser agente defensor del ingreso al productor.

En tal sentido la garantía de compra al  estar ligada con un beneficio de carácter social debe ser de responsabilidad del Estado y encontrarse presente  en su  política pública y que sea reflejo de principios como la  equidad y solidaridad colectiva dentro del contexto de un Estado social de derecho.

En los afanes de reestructuración de la Federación Nacional de Cafeteros se percibe en el ambiente intenciones gubernamentales de generar  un desmonte de LA GARANTÍA DE COMPRA  dejando así  al cafetero,  es decir a quinientas sesenta mil familias  colombianas,  sometidas al poder dominante del mercado,   quien en últimas será el que determine el valor a pagar al cafetero por su producto, sustrayéndose el Estado en sus obligaciones de regulación, protección y acompañamiento a sus  conciudadanos, dejando a los productores cafeteros a la merced de los especuladores, con las consecuencias que esto traería para una población que es hoy en día la principal variable de tipo social para el país.

Es cierto que la Federación Nacional de Cafeteros requiere una profunda reestructuración que busque su modernización, que la convierta en una institucionalidad  eficiente y verdaderamente democrática y que la aleje de variados vicios y del  profundo nepotismo que la caracterizan;  sin embargo LA GARANTÍA DE COMPRA no debe estar en los proyectos de reestructuración, ésta debe mantenerse a toda costa, aun si para ello deben sacrificarse otros servicios y programas menos vitales para los agremiados.

El modelo económico que por décadas se ha ejecutado por diferentes gobiernos  en Colombia ha dado al traste con el país rural, desde decisiones desafortunadas  que han puesto a tal sector en una profunda desigualdad frente al resto de productores agrícolas del mundo. Esperamos que el gobierno recapacite y comprenda de una vez que el país rural no puede ser entregado a las fuerzas del mercado y tomar oportunamente la decisión de proteger el trabajo y la producción nacional y con ello la cultura y el arraigo del campesino por su tierra.

Los últimos hechos que han llevado a los cafeteros a manifestar su inconformidad por la dirección que se le ha dado a la Federación Nacional de Cafeteros, por el manejo de quienes nos representan y por el desempeño gubernamental en la misma,  nos indican que la historia de la representación gremial del sector cafetero ha tenido significativos cambios y tendencias en Colombia. Los cafeteros nos encontramos en capacidad de repensar nuestra propia institucionalidad y construir desde una postura colectiva donde converjan diferentes tendencias  y diferentes formas de representación de  los agremiados,  una nueva FEDERACIÓN.

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